"Después de notar que yo estaba simultáneamente feliz y lúcido, una conjunción no sólo rara sino imposible, ella también quiso sentir lo mismo…" “La Cofradía de los Espadas” de Rubem Fonseca
El sentimiento creó un lazo inaccesible, una fusión casi ilusoria, ¡fue tan extasiante!, que un fugaz paroxismo la arrobo de su cuerpo, quedando solo las cenizas de una fantasía que cobraba vida a través del tiempo escatimado por la felicidad, el silencio se prolongo por medio del aire mojado y la ausencia de un no despertar…
Mientras aquel hombre rozagante se encontraba escondido entre las sabanas satinadas que acariciaban sutilmente el dorso de la mujer, se entrometía en sus venas que recurrían su cuerpo aureado, absorbiendo su colores abigarrados que la alienaban aun mas. Habiendo ya extirpado toda presencia de mezcla y confusión, la mujer lentamente regresaba, moviendo sus dedos, su torso y sus ojos… dando paso a una angustia desorbitada en el, percibiendo la disparidad de sus emociones en ese cuarto sombrío, recurriendo a estados inefables o tal vez todo era una hipérbole saturada, y en realidad solo fuese la exaltación de sus emociones embarulladas, pero a pesar de todo, el espacio estaba vedado para esa prolongación de sensaciones.
Al día siguiente, decidieron marchar a una lugar inhóspito, lleno de frondosidad, que ofreciera la soledad necesaria para hallar respuestas a sus variantes anímicos que los albergaba repentinamente, ya estaban constituyendo la futura locura de sus existencias, por ello mejor emprenderían una odisea a través de la quietud, el silencio y el vacio que aparentemente entristecía sus almas.
Pronto una energía extraña se insertaría a su cuerpos, aun así no seria lo suficientemente fuerte para hacerse notable, pasaron los días y meses… hasta que al octavo mes, irrumpieron unas arrugas prolongadas en cada fisura de sus pieles, los colores intermitentes que se reflejaban en sus pieles lánguidas y añejas, mostraban un algo extraño que no percibían aun, de esta manera continuaron su travesía cósmica acoplando lo que más podían del ambiente, hasta que el mes siguiente su fisionomía se tornaba joven algo en ellos cambiaba de forma imperceptible...
dando cuenta de ello, corrieron por todo el sotobosque intentando hallar la contestación, a ese algo misterioso que intervenía en ellos de forma sorpresiva, pero en sí, nada hallaron solo huellas de hojas de forma intercalada, marchando de nuevo a su lugar de reposo intentaron dormitar para apaciguar las emociones quedadas.
Luego una sucesión de miradas intercambiaron, incitando, el deseo ardiente que habitaba entre ellos, deshaciéndose entre caricias convulsionadas, besos fieros que aumentaban el frenesí de sus cuerpos apasionados, el discurrir de sus cuerpos ahuyentaba todo rezago de interferencia emocional, hasta que el sonido estrepitoso de sus latidos paralizo sus cuerpos, la parálisis que los invadía, mostraba como repetidamente sus cuerpos se encogía hasta llegar a un tamaño cándido, que evocaba urgentemente un par de cunas para mecerlos, pero no había nadie… solo el espectador invisible que los atacaba en un hechizo desconocido, mostrando su poder en cada incidente natural, mientras los desesperados individuos formaban parte del enigma, un desconocimiento total de lo que les sucedía. Sellados por el silencio de sus balbuceos y posteriormente el mutismo, dio lugar a que en el interior de sus fueros exasperados de horror, explotaran sus inocentes cuerpecitos, resurgiendo mil mariposas que volaban y revoloteaban apresuradamente, tal vez buscando de nuevo su composición corpórea, pero nada eficaz acontecía, solo hallaban choques repetidos y huecos en el aire.
El sol poniente irrumpe en el cielo, menguando el desespero de cada mariposa volátil que se encontraba separada, pero mágicamente unificada por la energía de sus entes, así empezó a centellar el brillo de sus colores rompiendo el misterioso conjuro, anexándose paulatinamente hasta recuperar sus miembros.
Todo fue la visión de un segundo, ya que inmediatamente su cuerpos se desfiguraban, hasta formar raíces, tallos y hojas, ahora… sus movimientos, como sus palabras se habían acallado, toda la vorágine que padecían debía ser puesta en una receptáculo. Permanecieron mucho tiempo soportando todo lo que conllevaba ser arboles, procedente de una naturaleza feroz, donde sus troncos iniciaron su solidificación hasta convertirse en humanos como fueron inicialmente, pero antes debían recoger cada retazo perdido a causa de sus alteraciones, de este modo se fueron unificando sigilosamente, uno a uno, cada ala, cada torso animal, cada hoja, raíz, piernecita, arruga hasta enlazar cada miembro ilusorio, donde se recreaban inmediatamente sus tejidos de bálsamo, su existir era un verdadero anomalía, ya no desgastarían mas sus existencias en jirones de emociones, por que indujeron que eran ellas las que conformaban sus vidas, hasta la consumación de su materia existencial.