La piel al descubierto
sacia al insomne anochecer.
Perpetúa el estigma
de la piel efervescente.
Reclama una acción
desintoxicando la polución
de una tortuosa evocación.
La espinosa sensación,
cubre el éter
de indudable inconexión
que produce escozor
y se diluye en ambivalente dolor.
Una punzada corta la razón
y derrama imaginación,
sin un trozo de emoción.
Laxas horas de incomunicación
desajustan el esplendor de la belleza,
para llegar a una penumbra táctil.