sábado, 31 de marzo de 2012

Un trece invertido

En un trece invertido y yace en mi una sensación de zozobra, un olor sinsabor que condiciona mis estímulos que no tienen respuesta, existe en mi un pertinaz bagaje sin sedimentos que cosecha alegorías siniestras y un profundo trascendentalismo de lo absurdo.

 Por ahora mimetizo la sensación de abandono con una ausencia causal y con una soledad compartida, solo es eso un juego de destellos bizarros y eventualmente iridiscentes.
 Noto vestigios de díscolos recuerdos que se retuercen sin bosquejo exacto de lo que fueron y el después se dispersa en la consciencia como un futuro utópico que pierde su gravidez en contraste con una ahora contundente y solido.

Yaciendo en mi bicolor holograma de la realidad, cierro los ojos para adentrarme en las entrañas del universo, me despabilo de sensaciones inocuas y superfluas, prefiero ceder ante el peñasco de la contingencia donde la sincronicidad va cediendo en una causalidad casi espeluznante, llena de señalización cósmica, el tercer ojo está en constante parpadeo para fluir en un entramado convexo de inquietudes, que desarma toda teoría perspicaz, que siga un flujo de desatinos imprecisos que terminen por diluirse en un mar de infinita vacuidad. Creo en la nada llena de todo