viernes, 6 de mayo de 2011

La sabia deidad, plástico contraste

Recuerdo aquella tarde eclipsada por sonrisas,
los titubeos absurdos que resurgían como flor de loto
y se dirigían hacia a ti, 
consumí La Sabia Deidad  para aislar la incertidumbre incisiva
y desfasar el inframundo intervenido por hojarascas de temor,
 me detuve en tus pupilas vacilantes,
 en nuestra proximidad de trotamundos,
en el breve aceleramiento de nuestra piel empinada, 
nuestro dulce jugueteo de caricias sin espacio, corriendo de un pedacito hacia otro,
dibujándonos en nuestras sombras deformadas 
para  acechárnos entre palabras atropelladas
que pronosticarían nuestra precipitada despedida.