domingo, 12 de junio de 2011

Epifanía unilateral







Escruto cada sensación momentánea que ronde por el laberinto de mi cabeza locomotora, porque allí, quedan sedimentos de erupciones fatalistas, se cruzan atropelladamente con las diáfanas efigies de regocijo y un extraño color mortecino inicia su intoxicación mantecosa por todo el lugar. El lastre de los miedos, no permite la visita de encuentros mórbidos y afables ya que está restringido el paso para todo lo leve, por que el peso se ha apoderado del habitad de los sentimientos y los senderos pedruscos hieren con determinación las bellas ideas que poseen amor, aunque las ávidas damas siempre se las arreglan con sus edredones de imaginación, donde sanan con majestuosidad sus poros gorgoteantés, aun así ellas estas circundadas de peligros incisivos y pavorosos, sin poseer artilugios para exiliar el color intruso que escaba cada recodo del pensamiento.

Las sustancias viscosas de colores mortecinos se diluyen por doquier y se coagulan entre los tantos seres que la oprimen y se exteriorizan en los diferentes ámbitos de su encrucijada experimental.

El devenir es incierto aunque el anhelo es inmenso, sus tantos yo solo pueden dar razón a su inagotable creación de un mundo que se invierte en su interior, a pesar de ser una hija de tánatos ha tenido un pequeño incesto con eros y de allí que surja la pequeña problemática de su existencia.